De 1994 a 2015: Thomas Muster, André Agassi y la tierra batida
¿Qué se puede decir de Thomas Muster? Es de esos tenistas que, cuando lo veías en directo, tenías la sensación de que (sobre tierra batida) era invencible. Y, en cierta forma, cuando estuvo realmente en forma, lo fue. Lo demostró, sobretodo, en 1995, el año en el que conquistó Roland Garros (y otros, ojo, 11 títulos) dejando para la historia una marca de 40 victorias consecutivas sobre arcilla (sólo superado por Rafa Nadal, claro, y por Guillermo Villas). Muster, incluso, llegó a ser número 1 del mundo, en 1996, durante seis semanas, aunque no será tan recordado por eso como por su incansable espíritu de lucha en las pistas: ‘las piernas de Muster‘ (si eres de mi generación sabes a qué me refiero).
Hoy no te traigo la final del 95 ante Chang (aunque igual otro día sí que la compartiré), no. Hoy, para hacer frente al confinamiento, comparto contigo una auténtica delicatessen: la segunda ronda de la edición de 1994 del torneo parisino que le enfrentó a André Agassi. Un partido de tres horas que fue, sencillamente, fenomenal, intenso, emotivo y hasta un punto dramático. El abrazo final entre los dos jugadores al final del encuentro lo dice todo.
Cierto es que Muster, probablemente por el enorme esfuerzo de aquel encuentro, acabó sucumbiendo en la siguiente ronda ante Rafter, y que Bruguera se llevó aquel torneo derrotando a Berasategui en una final que todos recordamos con sentimientos encontrados. Pero de aquella edición, el partido que conservo más fresco en la memoria es el que podrás ver a continuación (y no sólo lo recuerdo porque lo jugara Agassi, que sé que lo estás pensando).

Esto es un partidazo entre dos jugadores que (al final) acabarían sumando un título en la tierra batida francesa. Esto es puro espectáculo entre el que, hasta la irrupción de Rafa, fue considerado el Rey de la Tierra y el eterno Kid de Las Vegas.
Siéntate y disfruta (y, luego, sigue leyendo, que hoy tengo un bonus track para ti).
Pues eso, que hoy me siento especialmente generoso y, puestos a rescatar partidos, me ha apetecido recuperar una exhibición de 2015 (evidentemente, ya con ambos tenistas retirados). En este encuentro el resultado fue muy diferente, pero tengo la sensación de que más de veinte años después, la bola de André era más rápida y llevaba más peso que la de aquella segunda ronda en Roland Garros (vale, sí, no soy especialmente neutral en este caso, no).
En fin, sea como sea, hoy tienes casi 5 horas de grandes golpes para disfrutar del #tenisencasa (y de estos dos mitos…).