La diferencia entre jugar y competir…
Te voy a contar una historia.
Empieza así: él volvía de una lesión, era su primer partido en 4 meses y no tenía demasiada confianza en su rodilla. Se sentía bien, mejor, había peloteado y se había puesto a prueba, pero nunca es lo mismo un partido que pasar bolas. Así que entró en la pista dudando, con las ganas del que sabe que se ha librado de algo peor pero con la prudencia de ser consciente que esa amenaza seguía estando ahí. No necesitó más de 4 intercambios para predecir qué iba a pasar durante las siguientes dos horas. Él era mejor, sí. Tenía más técnica y mejores golpes, pero al otro lado de la red le esperaba un alma competitiva que no le iba a dejar salir con vida de aquel partido. Y pasó. Dejó de contar dejadas cuando llegó a la treintena. Dejó de mirar marcas de botes cuando se dio cuenta de que los 5 primeros ‘out‘ dudosos que había aceptado resignado eran tan buenos como sus mejores winners. Apretó los dientes. Entendió que eso iba de morir en la pista. Y murió. Tal vez sería mejor decir que se ahogó.
Cuando finalizó aquel partido, su oponente se acercó a él y con una – nada disimulada – condescendencia, le espetó «tú juegas mejor, no tengo nada que hacer contigo. Un partido normal sería 6/1 6/0 para ti, pero yo compito mejor. Yo huelo sangre y voy a por la presa. He visto que no te movías bien y te he roto a base de correr, he visto que no apoyabas bien y he buscado hacerte ir atrás y adelante para obligarte a forzar. Has dudado, y me has abierto la puerta. Sí. Tú juegas mejor, pero yo compito mucho mejor que tú…«. Tras decirlo, le dio un par de golpes en la espalda, recogió las raquetas y se fue mientras él, todavía en la pista, asumía en silencio que se le había ido ese partido. En realidad, a su rival no le faltaba razón, competir nunca había sido lo suyo. Él siempre había sido más de usar la vía rápida, para bien o para mal.
¿Te identificas?
¿Eres el que juega o el que compite? ¿Eres la que estás dispuesta a tirar 40 o 50 dejadas en un partido – las que hagan falta – o la que intenta adornarse en cada golpe? ¿Eres de los que sufren lo indecible en la pista por sumar un punto más, o de los que, cuando duran más de cinco intercambios pierdes la paciencia y te vas directo a buscar la linea? ¿Eres de los que acaban el partido y analizan juego por juego lo que ha pasado, lo visualizan, lo digieren y aprenden de todos los errores para afrontar mejor el próximo, o sencillamente entras – juegas – sales, y mañana será otro día?
Ojo, que no digo que haya una forma de ser mejor que la otra. No me atrevería. Estas preguntas han surgido en varias conversaciones de club y se volvieron a dibujar en mi mente tras leer esta entrevista a Carla Suárez en el Diario Marca (que, por cierto, te recomiendo) poco después de anunciar su retirada en el 2020.
P. ¿Qué le ha faltado para haber ganado más?
R. Ese carácter de killer. Todo se basa en la mentalidad y no todos estamos preparados para tener una mentalidad fuerte. Me ha faltado tener más competitividad y muchísima más maldad.
No me puedo quitar de la mente ese «me ha faltado tener más competitividad y muchísima más maldad«. ¿Va de eso? Carla es pura finura, una delicatessen tenística en la pista sólo apta para paladares finos. Sus golpes probablemente han sido de los más estéticos del circuito femenino en años y ha sabido combatir la falta de potencia con una excelencia táctica espectacular. Sin embargo, siempre le faltó algo. Ese algo que te lleva a las finales de GS o a las primeras posiciones de la clasificación. Me vuelvo a hacer la misma pregunta. ¿va de eso?.

Estos últimos dos o tres años no hemos parado de leer artículos y análisis que explican que en ese espíritu competitivo sobrehumano radica el secreto de la longevidad de Roger, Rafa, Serena, Nole y compañía. Sí, hay tenistas jóvenes con tanto talento como ellos (incluso tal vez más), pero ninguno parece dispuesto – o no todavía – a aceptar el reto que plantean las leyendas: «tú eres más joven, tal vez tengas mejores golpes, pero yo soy un competidor nato«. Un competidor nato. El Big3, por ejemplo. ha destrozado la moral de decenas de jugadores que han visto su talento ahogado por la ambición (en el mejor sentido) desmedida de tres jugadores que no han dejado de dominar el circuito en la última década y media larga. Si su secreto ha sido esa actitud, esa competitividad, ¿cómo se entrena eso?. Es más, ¿se entrena?
Míralo así, ¿qué puede más, la competitividad o el talento? Incluso cuando a talento le sumas actitud, ¿eh? Porque seguro que a más de una y uno le ha venido un nombre a la cabeza cuando hablamos de la relación talento – actitud – competitividad, ¿verdad?
¿Una mentalidad ganadora?
Vale, digamos que decido titularlo así: «La importancia de tener una mentalidad ganadora«. Destierro un poco la maldad, aunque entiendo perfectamente lo que quería decir Carla, y voy más allá de esa competitividad de la que muchos hacen gala. Una mentalidad ganadora, decía. Una mentalidad que te permita superar todos esos pequeños retos y obstáculos que se sitúan entre tú y el éxito (y no sólo en una pista). Una mentalidad que casi se convierta en una filosofía de vida (escrito esto y me viene al pensamiento la #MentalidadFerrer que defienden en su Academia). Sí, porque quedamos que el tenis, al final, es una forma de vida, ¿verdad? Dijimos que va mucho más allá de lo que sucede en la tierra batida.
Vuelvo a hacerte la misma pregunta, ¿se puede entrenar esta mentalidad (de verdad)? ¿Se puede practicar? ¿Qué puedes hacer para mejorar tu juego mental y, a partir de ahí, ir construyendo tu propia solidez, tu propia competitividad? Hace un par de semanas, un compañero de peloteo, al salir de la pista, me reconoció que él no juega para ganar, que él se pasa 10 o 12h cada día en el trabajo, concentrado, bajo mucho stress, decidiendo infinidad de temas, que entrar en la cancha es su momento de relax y que ahí lo único que quiere es que todo fluya. Que su cuerpo mande. Que su tenis salga por sí sólo. Y cuando le escuché pensé: «¿Y si esa es, precisamente, su mentalidad ganadora?«. Me acordé (claro) de Agassi, a quién se le atribuye una reflexión muy interesante sobre lo chocante que resulta lo poco que te has de preocupar en el juego, cuando sólo piensas en ganar cada punto.

Punto a punto. Igual esa es la clave. Aunque también Agassi, en una entrevista y opinando sobre Marcelo Ríos, recordó que «no es todo tenis en una cancha. Es tu mente, tu corazón, cómo controlas los nervios, cómo manejas las expectativas, e incluso qué es lo que quieres«.
Lo que quieres. ¿Y qué es lo que quieres tú cuando entras en la pista?