«La felicidad es escuchar jugar a Rafa Nadal»

«Yo quiero la bola, quiero esa emoción. Mientras la sienta, a seguir…»

Dime una cosa, ¿alguna vez has intentado escuchar un partido de tenis?. Tal vez esta pregunta te resulte familiar. Es la misma que usé hace unas semanas para presentarte Action Audio. Es la misma que llamó poderosamente la atención de Rakel (aka @nagoraki) e hizo que uniera algunos puntos y me escribiera formulándome otra cuestión: «tengo una historia impresionante para ti. ¿Quieres escribirla?» Y, la verdad, lo es. Y sí, la quise escribir. Con ella. Con vosotros.

Vuelvo a la pregunta original. No sé si alguna vez has intentando escuchar (con los ojos cerrados) el tenis, sentirlo, entender todos los golpes sólo por su sonido, imaginar el desplazamiento de los jugadores por la pista gracias al ruido de sus pasos, dejarte llevar por las reacciones de la grada y asentir cada vez que el juez de silla canta confirmando tu percepción. No sé si lo has hecho alguna vez. Juan Antonio Zamora, sí. Esta es su historia. La historia de un forofo del tenis invidente. Y mucho más.

«No tengo visión desde mi nacimiento. Nací con una retinopatía y una hemorragia cerebral, soy paralítico cerebral, tengo 29 años y sólo percibo un poco de luz por el ojo derecho, pero sólo es luminosidad. Sólo siento que hay luz. Nada más». Luz. Nada más. Luz.

Toda historia tiene un principio. La de Juan Antonio y el tenis, o podría decir Juan Antonio y Rafa, arranca en el año 2004, concretamente en la eliminatoria entre la República Checa y España de la Davis. Rafa Nadal ganó a Stepanek para lograr el punto decisivo del choque. Aquel día, Juan Antonio escuchó por primera vez tenis, aquel día nació una ilusión que todavía hoy sigue cultivando.

«No ver no ha sido un impedimento. Sí, se puede pensar: el chaval no ve, para qué se pone delante de la tele, o en un asiento si no lo va a disfrutar… Al contrario, grito, vibro, lo vivo, mi familia lo entiende y me ayuda. Es una pasión. Me encanta, sinceramente, creo que es la mayor emoción que puede haber». Su voz emana un positivismo contagioso, energía, felicidad. Juan Antonio es pura ilusión, como una fuerza de la naturaleza que no entiende de barreras o fronteras, que no entiende de imposibles ni de lógicas, porque su pasión puede con todo. Y su pasión se llama Rafa Nadal.

«Verlo jugar es como si estuvieras volando en el aire» Sí. Verlo. Lo define así. Verlo. Juan Antonio me hace parar y reflexionar sobre hasta qué punto necesitamos – realmente – los ojos para ver. Me refiero a ver lo esencial. Ver en su sentido menos sensorial y más profundo. El sonido se convierte en mucho más. «Escuchar jugar a Rafa es otra dimensión. Sólo escucharlo, no necesito nada más para ser feliz. Escuchar jugar a Rafa… Me pone los pelos de punta».

«Si necesitase adrenalina para levantarme, por ejemplo de una cama, sería a él a quien utilizaría, un partido sólo. Es increíble. No lo puedo definir mejor». Una de las ilusiones de Juan Antonio es tener la oportunidad de escuchar a Nadal en directo, desde la grada, «sólo lo he seguido por televisión. En vivo no sé lo que será, porque nunca lo he vivido, nunca he estado en esa situación. Verlo jugar… Para mí verlo jugar es todo. Olvidarme de todo, y vivir con él. Vivir con él. Lo mismo que él hace en la pista, te emociona, gritas… pues igual, aquí lo mismo, yo los partidos de Rafa los vivo con mucha intensidad».

Escuchar el tenis desde la televisión

Una de las preguntas que te formulas cuando descubres la historia de Juan Antonio es cómo prefiere escuchar los partidos. O desde dónde. Él lo tiene claro. «Un partido de tenis en radio es aburrido. A mí que me estén diciendo un revés de Djokovic, una derecha de Rafa, ahí pegando gritos… no, no. Si tengo la posibilidad de seguir un partido de tenis en tele y a la vez en radio rechazo la radio y voy a la tele. Yo quiero la bola y quiero esa emoción. Y mientras la sienta… ¡A seguir!».

Nadal aparece de nuevo como una fuente de inspiración para Juan Antonio, «yo, como Rafa, el día que ya no sienta emoción por ponerme delante de una televisión, ya no sólo porque este él, sino ante cualquier partido, si yo no siento emoción no lo veré. Apagaré la televisión. No querré tener esa ilusión por ir a un GS. Pero siento que eso está lejos de producirse. Tantos años… Lo he disfrutado. Y lo sigo disfrutando».

¿Y las dificultades? «Lo que a veces me pierde es el público. Cuando hay un punto largo y el público se exalta, pues eso me hace perderme un poco. Pero enseguida recupero el hilo. Tengo que estar más pendiente todavía a los golpes porque el público grita. Pero generalmente, los veo perfectamente. El juez de silla y los jugadores me guían. Y de hecho, estoy muy atento a quién es el juez. Me gustan mucho, siempre quiero saber quién es el silla, especialmente en las finales. Son una parte fundamental para mí, juez y jugador».

La importancia del audio de pista

Uno de los debates que se suelen producir habitualmente en las redes sociales gira entorno a la calidad de los comentaristas que retransmiten los partidos. Inevitablemente, los hay que apuntan que el tenis se debe escuchar sin comentarios, como si estuvieras allí. Sólo el sonido de ambiente. Nada más. Para Juan Antonio no hay debate, pero no tiene nada que ver con los que locutan, si no con lo que él siente. Con la realidad. Con la verdad detrás de cada partido.

«¿El audio pista? Cuando lo descubrí creo que fue lo mejor que me pudieron enseñar». Y, tiene su propia anécdota con nombre y apellidos. «Nacho Calvo es mi ídolo y el principal responsable junto a Nadal de toda esta historia. Empecé a seguirlo y fue él, de hecho, quien me explicó que el tenis se podía seguir sólo con sonido ambiente. Yo creo que hoy en día se arrepiente de habérmelo dicho», bromea. «Aprendí a seguir el tenis sin los comentarios, sólo con los golpes, el sonido… y la verdad es que me encanta».

Pero no siempre es posible acceder a esa opción. «En los Grand Slams ya no te dejan seguir los partidos sin comentarios. Sólo WImbledon lo permite, y por eso es muy especial para mí. Esa hierba tiene algo mágico». Algo que, para él, va más allá incluso de los propios partidos. «Se hizo un spot de Muguruza y Rafa Nadal, en el que mostraron audiblemente raquetas, bola y la propia hierba de WImbledon. Escucha crecer la hierba. No se me va a olvidar ese spot». Ahora Juan Antonio ha empezado a ir a los torneos directamente. «Percibirlo desde la pista es mucho más emocionante. Ten en cuenta que yo lo único que necesito es el sonido. Escuché muchas cosas que en televisión oyes, pero a través del micrófono. Sentirlo ahí es mucho más espectacular. El año que viene espero ir a Roland Garros y a la Davis».

Retransmitir partidos

«Me dejó flipada su historia: es un forofo del tenis» me dijo Rakel la primera vez que hablamos de él. Y no es para menos. Juan Antonio no sólo escucha partidos, no sólo vibra con ellos, también los locuta. Su voz acompaña los golpes de Rafa y de otros tantos tenistas en todo tipo de partidos. Su emoción se siente en cada palabra, en cada frase. Analiza los puntos, interpreta las jugadas, da claves para comprender el momentum de cada encuentro. No se le escapa nada. Aprende rápidamente. No hay reto demasiado grande para él.

El sueño de Juan Antonio

Pero si hay algo que todavía no ha logrado y que culminaría sus ilusiones tenísticas es que Rafa sepa de él. Sólo eso. «Ojalá algún día Rafa pueda saberlo, es lo que desearía». Lo dice casi susurrando, con esa sinceridad, humilde, honesta, casi sobrecogedora, que te atrapa y te hace admirar más a Juan Antonio. «Sólo quiero darle las gracias y darle un abrazo, porque él me hace muy feliz. Me ayuda a lidiar con esto, a refugiarme, a olvidarme de todo, me hace feliz, sí. Con que él lo sepa para mí sería un regalo. Es lo que él me ha dado, me lo ha dado todo». Todo.

Seguro que hoy, todo significa para ti mucho más que ayer, ¿verdad?

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