Mil y una historias en el Godó
Ya ha arrancado el Barcelona Open Banc Sabadell.
Si te gusta el tenis (y si estás por aquí, doy por sentado que sí), sabes que durante algo mas de una semana, Barcelona disfrutará del mejor espectáculo del mundo sobre tierra batida. Pero 67 años de historia dan para mucho, para grandes momentos, para otros que tal vez no lo fueron tanto, para victorias épicas y decepciones míticas. Dan para haber cumplido los sueños de muchos aficionados, y para consolidar esta cita como un referente entre deportistas y fans. Sí, pero ¿qué significa este torneo para ti? ¿Cuáles son tus historias del Godó?
Hoy, (porque me apetece) te voy a explicar las mías.
Recuerdo perfectamente la primera vez que pisé las instalaciones del Real Club de Tennis Barcelona. Y – curiosamente o no – fue durante una eliminatoria de Copa Davis entre España y Alemania. Y lo recuerdo porque fue la eliminatoria de Sergi Casal, aquella en la que venció sus dos individuales, incluido el punto decisivo ante Becker (allí estuve). Sólo tenía 8 años, pero ya entonces sabía que quería ser tenista (me quedé por el camino, pero eso ya te lo he explicado), y que quería llegar a jugar algún día en la Talismán (otro sueño que tampoco se llegó a cumplir, aunque por poco).
Unos cuantos años más tarde, gracias – precisamente – a Marc y a sus padres, ambos nos plantamos en una edición muy especial del Godó (si más no, para mí). 1993, André Agassi llegó en Barcelona como cabeza de serie número 1 del torneo y parecía decidido a resarcirse de la decepción de 1991. Teníamos entradas para el sábado y dimos por seguro que veríamos al crack de Las Vegas en directo (por fin).
Las semanas anteriores al torneo estaba tan nervioso que creo que no era capaz ni de entrenar – o no quería, tal vez sería más justo decirlo así -. Sólo esperaba que pasaran los días para ver en directo a André. Pero no pasó. Agassi cayó ante Bruguera en cuartos (creo que eso explica que nunca fuera un gran fan de Sergi), por lo que me quedé con las ganas de verle. Y, aunque disfruté con todo lo demás, en aquel momento no podía ni imaginar que ya no iba a tener otra oportunidad de ver a Agassi.

De todas formas, es precisamente ese «todo lo demás» lo que hace único y especial el Godó. Es ese ambiente tan auténtico de club, esa atmósfera totalmente tenística, esa pasión por el detalle, la gente disfrutando de cada partido, de cada entrenamiento, los eventos organizados por los patrocinadores… todo. Estar allí fue una de las mayores experiencias de mi vida y todavía soy capaz de vernos a Marc y a mi correteando entre pistas para disfrutar de las horas que nos habían regalado en el – para nosotros- epicentro del tennis mundial (sobre tierra batida).
Volvimos en el 94 y en el 95. Con Nike rapándonos el pelo y regalándonos una bandana para imitar el look pirata que André había puesto de moda. Bueno, Marc se lo rapó, yo no. Yo sólo me lo hubiera dejado cortar por Agassi en persona. Así pasaron los años, cambiaron los campeones, llegó la era Nadal y yo dejé de ir como espectador para empezar a ir a trabajar

De ser un aficionado a vivirlo desde dentro: 3 años trabajando en el BCNOpenBS dan para muchas historias
Me pasé 3 años disfrutando el Barcelona Open Banc Sabadell desde el otro lado del espejo. Fueron tres ediciones vividas – de la mano del banco – de forma muy intensa , de principio a fin, de sol a sol (igual debería decir de lluvia a lluvia), revisando contenidos, solucionando problemas informáticos. comprobando que todo funcionara correctamente, ayudando en la zona comercial y en el village, charlando con periodistas, con visitas, con vips… y visitando – sólo – la Rafa Nadal para ver los últimos cinco minutos de las tres respectivas finales. Nada más. Debo decir que fueron los años de Kei, y prometo que nunca he visto a un tenista tan exquisito y educado (tímido, diría incluso, en su relación con los periodistas y fans) como Nishikori.

3 años tras las bambalinas dan para mucho.
En concreto dan para comer demasiados hot-dogs Oscar Mayer disfrutando, desde la esquina de la pista 1, de muchos de esos partidos que pasan desapercibidos pero que son geniales. Dan para muchas horas controlando los daños ocasionados por la lluvia en las instalaciones de la zona comercial o del village (incluso para pasarse toda una tormenta sujetando – con la cabeza – el techo del stand para que no se nos inundara el interior), o para que te confundan con un famoso y acabar firmando unos cuantos autógrafos. Sí, lo siento Risto, pero algunos fans tuyos todavía no deben entender por qué tienen en su libreta una rúbrica en la que pone ‘Xavi Gassó’.
Ese momento, saliendo de la zona de prensa (también de la zona en la que entrenan los tenistas), es el más surrealista – sin duda – que todos los que he vivido allí. Alguien dijo: «eh, mirad, ¡es Risto!» (pasó cuando él todavía no llevaba barba, es evidente, y cuando mi tupé era mucho más contenido que el que llevo ahora), y de repente me vi envuelto de un buen grupo de fans que no quisieron creerse mis explicaciones. Al final, rendido a la evidencia de que sólo iba a poder salir de allí satisfaciendo sus demandas, firmé, les di las gracias y me fui. Pero todavía conservo en la retina la sonrisa desencajada en la cara del guardia de seguridad, que no se podía creer lo que estaba haciendo…
Mil y una historias, te decía. Ya lo ves. Este es mi Godó. ¿Cuáles son las tuyas? ¿Cómo has vivido o vives tú este torneo? ¿Cuál es tu mejor recuerdo?