Sin tenis nos volvemos un poco locos. Y, claro, pasan cosas así…

La temporada 2017 está a punto de finalizar. Con la Davis y algún torneo menor se va a cerrar un año espectacular, por las resurrecciones de unos y las apariciones de otros, y que nos deja ante un 2018 especialmente incierto. Pero también es cierto que, de repente, tenemos por delante algo más de un mes sin tornenos y, claro, llega el vértigo…

Pero, tranquilos, ante esta situación siempre nos podemos inventar historias como las del artista Asad Raza, que (ni corto ni perezoso) ha transformado una vieja iglesia francesa (del siglo XVI) en una pista de tenis… bueno, o algo así. Vale, el entorno mola para un peloteo (en plan mini-tenis, se entiende), y el color de la pista (ese naranja fosforito resulta curioso), pero hay que reconocer que original lo es un rato…

De todas formas, no es que se estén buscando nuevos espacios para jugar partidos de la Next Gen o algo así, no. Se trata de una instalación artística creada para Converso, un espacio expositivo dedicado al arte contemporáneo. Y, si quieres, has de saber que puedes ir y pelotear de forma gratuita (mientras contemplas la historia que hay en esos muros…).

No está nada mal, ¿no?

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