Tu mejor derecha (y la de todos nosotros)

Yo soy de los que viven de su derecha. No me escondo. Cuando mi drive funciona tengo la sensación de que la pista es mía, pero cuando no va la cosa se me complica mucho. Y es que, de alguna forma, es el golpe que me define, el golpe que me hace diferente, el que me permite tomar la iniciativa de los puntos o cerrarlos cuando la cosa se complica. Tal vez por esa razón para mí es el golpe por excelencia del tenis. Y, en varios debates de club, he visto que lo es también para la gran mayoría de mis compañeros y compañeras (con alguna excepción entre voleadores y sacadores). Pocos apuestan por el revés (nuestro nivel lo explica, está claro), y no negaré que aguna respuesta me pilló por sorpresa (la dejada, el globo… ojo). Pero ahì está, de forma totalmente mayoritaria, el drive.

En su día lancé una encuesta en Instagram, el resultado también fue aplastante: un 92% opinó lo mismo: su golpe más determinante, la derecha. Así que me hice una pregunta, si esto va de derechas, ¿cuál sería yo? Ya no se trata – sólo – de reconocer eso, que mi mejor golpe es el forehand, va más allá, ¿por qué mi drive es el que es y no otro?

Supongo que debería empezar por culpar a mi padre, que fue quién realmente cultivó ese golpe en mí, quien lo pulió hasta darle la forma que tiene actualmente (que no ha cambiado demasiado en los últimos 25 años, diría yo), pero si busco un poco más allá: ¿quién me inspiró?

Para responder esta pregunta, os hice otra:

Y, la verdad, es que obtuve respuestas de todos los colores. Un nombre no tardó en surgir (lo que tampoco fue una gran sorpresa). Ya lo decía Rakel, «qué pregunta» la mía…

Otras, tal vez, resultaron más curiosas pero no menos interesantes. Rafa (claro), Cilic, Korda (padre), Sampras (que tenía un cañón aunque pasaba extrañamente por alto casi siempre en los ránkings de mejores derechas), el gran Fernando González, o Alberto (uf, Berasategui, qué grande…).

Alguien apuntó la de Roddick. Y, la verdad, cuando le vi jugar por primera vez pensé «este tío destrozará muchas pelotas…».

O la de Kyrgios (bueno, eso no es una derecha, es un cohete):

El gran Martin nos recordó que hay grandes derechas (incluso mejores) lejos del circuito masculino. ¿Cómo olvidar el latigazo de Steffi? (Nagoraki lo aprobó en seguida):

Por supuesto, no podia faltar Andre (conste que, esta vez, no fue aportación mía, aunque Jon sabía que me haría feliz).

¿Más? Se repitieron algunos nombres como Lendl o Connors; salieron tenistas tan diferentes como Santana, Conchita o Anna Ivanovic…

Pero uno generó cierto consenso (cierto, ligero, superando a Roger o a Andre).

¿Lo adivinas?

… ¿diverso? Sin duda, tanto como lo es nuestro deporte, tanto como lo son nuestros ídolos. Y resulta absolutamente fantástico ver como tenistas tan diversos y de épocas tan diferentes nos han inspirado a lo largo de los años para llegar a descubrir, en sus golpes, en sus movimientos, ese tenista que hubiéramos querido ser.

O que somos… quién sabe.

Una vez más, gracias a todas y todos los que habéis jugado conmigo, ha sido un bonito peloteo. Esa familia tenística no deja de crecer…

Por cierto, no he contestado la pregunta. ¿De dónde viene mi drive? Ah… yo lo tengo claro:

Ya, era previsible, ¿verdad? En realidad mi derecha se empezó a construir gracias a Lendl y a Edberg, pero no fue hasta que descubrí a Andre que entendí que yo quería jugar así, atacando cada pelota, pegando mientras subiera, enganchado a la línea de fondo, buscando el winner… va más allá de mi pasión por él: Andre fue el culpable de que hace treinta años, una tarde de invierno en mi club, me plantara ante mi entrenador y le dijera que yo no quería liftar, que quería darle fuerte, con toda mi alma, que eso era lo que me gustaba. Que yo quería ser ese tenista, de ataque, intenso.

Lo siento, Visa y Oriol. Me puse muy pesado. Lo sé… De hecho, llegué a dejar el club por eso. Al final, somos lo que queremos ser, ¿no?

(Por cierto, nadie mencionó a Nole…)

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