Nos pasa una cosa con Bjorn, si no recordamos sus enfrentamientos míticos contra McEnroe o Connors, por ejemplo, parece que olvidamos el resto de su carrera. Y hay muchos grandes partidos, muchas grandes finales, en las que no estuvieron sus míticos rivales pero que resultan igualmente fascinantes y adictivas para el aficionado al tenis.
Este es el caso del partido que te traigo hoy (justo cuando nos acaban de confirmar que los que quedábamos sin poder saltar a la pista lo podremos hacer a partir del lunes). Una gran final en Wimbledon entre Borg y Roscoe Tanner, un jugador zurdo campeón del Open de Australia del 77, al que la hierba le iba especialmente bien, y capaz de sacar muy duro (tanto que, durante muchos años, ostentó el récord de velocidad al servicio),
Este, lo reconozco, es un partido especial para mí: se jugó mientras yo nacía, así que de alguna forma me gusta pensar que nací bajo el signo de Borg, y eso acabó siendo vital en mi pasión por el tenis.
Te dejo, por lo tanto, con el cuarto título de Wimbledon en la carrera del sueco. Un partido duro, a cinco sets, en el que la cabeza fría y la serenidad de Borg acabaron marcando la diferencia, especialmente en un momento muy concreto del quinto set. Descúbrelo…
¡Feliz tenis!
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